El oratorio de la Archiconfraternidad del Divino Amor

1. El actual oratorio. A la izquierda del altar de san Andrés Avelino, está el oratorio, sede de la Compañía del Divino Amor, en donde se reunían los cofrades para cantar los salmos y hacer oración en días festivos. Fue pintado de colores de mármol finto, con el techo dispuesto a cuadros con pinturas. El cuadro del altar representa a san Cayetano en pose de recibir de la Virgen al santo Niño, al lado san Andrés Avelino. A la izquierda al fondo, está el ingreso ala sacristía, desde donde se accedía a las dos antiguas recámaras superiores para el vestuario y la de las asambleas.

2. La Compañía del Divino Amor. La Compañía del Divino Amor, de la cual nació en 1524 la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos, fu instituida en Roma por Ettore Vernazza y contó con su primera sede en la iglesia de los Santos Silvestre y Dorotea en el Trastévere. En 1516, la Compañía logró transformar el hospital de San Giacomo in Augusta del siglo XIV en un moderno hospicio para los así llamados “incurables” de aquel tiempo. En 1527 los cofrades del Divino Amor fueron dispersados por el terrible saqueo de Roma, pero en 1667 venían restablecidos y congregados en la iglesia de Santa María in Via Lata por el celo del canónigo Girolamo Barbensi con el beneplácito de Alessandro VIII, el cual concedía a la cofradía muchas indulgencias y privilegios. En 1751 la Orden teatina acogía la confraternidad en San Andrés Apóstol “della Valle”, a donde se transfirió con decreto del cardenal Guadagni, Vicario de Su Santidad, que aprobó sus estatutos y la elevó a archiconfraternidad.

3. Inscripción a la Compañía. Los cofrades visten sayal negro, muceta violeta y rosario al flanco. Invitados, pueden ayudar en las funciones principales de la iglesia. Para inscribirse a la Compañía, con el objetivo de «sembrar y plantar la caridad en nuestros corazones exhortando a los cofrades a una verdadera humildad, de la cual proceden todos los buenos hábitos», es necesario dirigirse al Rector de la basílica, a quien está confiado el cuidado del espíritu y de la propia actividad apostólica.